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Comentario de texto del poema Cabellera de Guillermo de Torre

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Y la luna decapitada solloza en todas las albas Los cohetes lascivos besan el torso azul de Urania Las miradas vírgenes averiguan el resorte luminoso de los astros La cabellera del Zodiaco es un surtidor incendiario Flechas dardos proyectiles voltigean nocturnalmente La noche agita sus fimbrias fosforescentes COMENTARIO . ESTRUCTURA EXTERNA . Texto completo en verso. La disposición de los versos no es la habitual, sino que con ellos el poeta dibuja los rayos brillantes de los astros, lo que metafóricamente el poeta llama una cabellera. Cada uno de los versos representa un rayo, un pelo de la cabellera. Se trata de un caligrama [1] . Los versos son libres pues no miden lo mismo ni riman entre sí. Este poema rompe con la estructura tradicional de versos organizados en estrofas. El texto es descriptivo -se describe el firmamento al despuntar el alba. ESTRUCTURA INTERNA . Se describe poéticamente el alba: la luna ocultándose y los rayos deslumbrantes de lo

Comentario de texto de un fragmento del acto I de Marta la Piadosa de Tirso de Molina

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LUCÍA:                       Hermana mía, 80 ¿tiénesme por hombre a mí o miro con cataratas? ¡Que por lince te retratas, y a mí por topo! Si a ti te parece que penetras 85 los corazones, también creo yo que mis ojos ven las más escondidas letras. No culpes, hermana, al muerto; pues solamente es deudor 90 don Felipe, el matador, de ese llanto. MARTA:                      ¡Bien por cierto! ¿Luego quise yo jamás a don Felipe? LUCÍA:                                  ¡Jesú! ¿Querer? ¡Bonita eres tú! 95 Hasle aborrecido más que el tordo a las guindas. ¿Eso no es claro? ¿Eres tu mujer que a nadie había de querer? ¿Tú no eres de carne y hueso? 100 MARTA: A lo menos fuera afrenta que amara yo a quien de ti es amado. LUCÍA:                  ¿Cómo así? MARTA: Porque no es hombre de cuenta en quien tú los ojos pones 105 y, cuando tenga valor, sólo por tenerle amor tú, le pierde. LUCÍA:                    Mil razones

Comentario de texto de un fragmento del Libro de buen amor, de Arcipreste de Hita

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Mujeres, las orejas poned a la lección, entended bien el cuento, guardaos del varón; cuidad no os acontezca como con el león al asno sin orejas y sin su corazón. El león estuvo enfermo, le dolía la testa cuando sanó del mal, y la traía enhiesta todos los animales, un domingo, en la siesta, se fueron ante él para hacer una fiesta.   Allí estaba el burro, y lo hicieron juglar; como estaba bien gordo, comenzó a retozar tocando su tambor, y empezó a rebuznar: al león y a los otros los quería atronar.   Harto por sus alardes, se puso el león sañudo y quiso despedazarlo, pero alcanzarlo no pudo; tocando su tambor, se fugó de aquel feudo; se sintió muy ofendido el león del orejudo.   El león dijo luego que lo perdonaría; mandó que lo llamasen, que la fiesta honraría, y que cuanto pudiese, todo le otorgaría; la zorra juglaresa quedó en que lo traería.   Marchó la raposilla a donde el asno andaba paciendo en un prado, y así lo saludaba: “Señor”, dij