ANTOLOGÍA LITERARIA: POEMA DE MIO CID.


Cantares de gesta: Poema de Mio Cid.
El poema del Mío Cid es un cantar de gesta, que es una de las primitivas manifestaciones de la épica medieval. Era de transmisión oral. Quedan muy pocos textos. Estos responden al ideal del caballero que encarna un papel difícil, similar al de la propia nación que representa.
La épica nace en la Edad Media. Les caracteriza su realismo o verismo.


CANTAR DEL DESTIERRO:
Mío Cid salió de Vivar a Burgos se ha encaminado,
allí deja sus palacios yermos y desheredados.
Con lágrimas en los ojos muy fuertemente llorando,
la cabeza atrás volvía y quedábase mirándolos
y vio las puertas abiertas, los cerrojos quebrantados,
y vacías las alcándaras sin las pieles, sin los mantos,
sin los pájaros halcones sin los azores mudados.
Suspiró entonces el Cid que eran grandes sus cuidados.
Habló allí como solía tan bien y tan mesurado:
“Gracias a ti, señor padre tú que estás en lo más alto,
todo esto me han urdido esos enemigos malos”.

Comentario del fragmento: "Mío Cid se dirige a Burgos, mientras se entristece mirando todo lo que deja atrás y diciéndole a Dios que todo eso se lo han quitado sus enemigos."
Ely.

...Con mucho dolor se arranca el Campeador de allá.
Las riendas soltaron todos, empiezan a cabalgar,
Dijo Martín Antolínez, aquel burgalés leal:
“Vuelvo a Burgos, que a mi esposa despacio tengo que hablar
y advertir a los de casa de lo que en mi ausencia harán.
Si el rey me quita mis bienes poco se me importará.
Con vos estaré otra vez cuando el sol quiera rayar.”
Comentario del fragmento: He seleccionado este fragmento porque me ha
gustado mucho lo que dice Martín Antolínez.

Mucho le gustó a Álvar Fáñez lo que dice don Rodrigo.
A este bueno don Jerónimo ya le nombraron obispo.
Danle por sede Valencia, donde puede ser muy rico.
¡Dios entre aquellos cristianos había gran regocijo
de que en tierras de Valencia tuviesen señor obispo!
Ya la Minaya muy alegre despidióse y ha partido.

Comentario del fragmento. He seleccionado este fragmento del segundo cantar porque aparece el obispo don Jerónimo, del cual hemos hablado en clase.


Aquello a los de Valencia muy poco gusto les da.
En consejo se reúnen y al Cid fueron a cercar.
Marcharon toda la noche; cuando el alba fue a rayar,
allí cerca de Murviedro sus tiendas van a plantar.
El Campeador al verlos se empieza a maravillar:
“ ¡Alabado sea Dios, Señor espiritual!
Nos metimos en sus tierras, les hacemos mucho mal,
el vino suyo bebemos y nos comemos su pan.
Con buen derecho lo hacen si nos vienen a cercar,
como no sea con lucha esto no se arreglará.
Salgan mensajes a aquellos que nos deben ayudar,
los unos vayan a Jérica y los otros a Alucat,
desde allí pasen a Onda y después hasta Almenar,
que las gentes de Burriana se vengan ya para acá.
Pronto tiene que empezarse esta batalla campal.
Nuestro provecho en Dios fío que con ella crecerá”.
Al pasar el tercer día todos juntados están.
Mío Cid el bienhadado entonces empieza a hablar:
Sálveos el Creador, mesnadas, y ahora escuchad:
después de que nos salimos de la limpia cristiandad
-y no fue por nuestro gusto, no se pudo remediar-.
Gracias a Dios nuestras cosas siempre hacia delante van.
Hoy las gentes de Valencia nos han venido a cercar;
si en estas tierras nosotros nos quisiéramos quedar,
muy firmemente a estos moros tenemos que escarmentar”.

Comentario del fragmento. El Cid se mete en tierras de Murviedro y las gentes de allí les cercaron. El Cid mandó mensajeros de diferentes lugares para que les fueran a ayudar. En tierras de Valencia se querían quedar y para eso tenían que luchar contra los moros. Ely


CANTAR DE LA AFRENTA DE CORPES:

Habla allí Diego González. Escuchad bien lo que dijo:
“Familia de condes somos, y de linaje más limpio.
¡Ojalá estos casamientos nunca se hubieran cumplido
por no emparentar así con Mío Cid don Rodrigo!
De abandonar a sus hijas aún no nos arrepentimos
mientras que les quede vida les quedarán los suspiros,
y en cara les echarán la afrenta que les hicimos.
En contra del más valiente sostendré lo que ahora digo:
que por haberlas dejado muy honrados nos sentimos”.
Comentario del Fragmento. He seleccionado este fragmento del texto porque habla del abandono de doña Elvira y doña Sol por parte de los infantes Carrión.




Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor
y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión.
Acostado en su escaño dormía el Campeador,
ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció.
De su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león,
al saberlo por la corte un gran espanto cundió.
Embrazaban sus mantos las gentes del Campeador
y rodean el escaño protegiendo a su señor.
Pero Fernando González, el infante de Carrión,n
no encuentra donde meterse, todo cerrado lo halló,
metióse bajo el escaño, tan grande era su terror.
El otro, Diego González, por la puerta se escapó
gritando con grandes: “No volveré a ver a Carrión”.
Detrás de una gruesa viga metióse con gran pavor,
y de allí túnica y manto todos sucios los sacó.
Estando en esto despierta el que en buen hora nació
y ve cercado el escaño suyo por tanto varón.
“¿Qué es esto, decid, mesnadas? ¿Qué hacéis aquí alrededor?”
“ Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león.”
Se incorpora Mío Cid y presto se levantó,
y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león:
la fiera cuando le ve mucho se atemorizó,
baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó.
El Campeador entonces por el cuello le cogió,
como quien lleva un caballo en la jaula lo metió.
Maravilláronse todos de aquel caso del león
y el grupo de caballeros a la corte volvió.
Mío Cid por sus yernos pregunta y no los halló,
aunque los está llamando no se responde ni una voz.
Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color
tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio,
tuvo que imponer silencio Mío Cid Campeador.
Avergonzados estaban los infantes de Carrión,
gran pesadumbre tenían de aquello que les pasó.

Comentario del fragmento. Estaba el Cid dormido en su escaño, mientras que de su jaula se escapó un león. Todos le rodearon para protegerle. Cuando despertó y se vio rodeado, preguntó qué pasaba. Al decírselo, el Cid se levantó y se dirigió hacia el león, lo cogió por el cuello y lo metió en la jaula. Después preguntó por sus yernos y nadie sabía dónde estaban. Cuando aparecieron, iban pálidos; todo fueron risas y bromas. Ellos se sintieron avergonzados por lo que el Cid tuvo que imponer silencio.
Ely.





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