Comentario de texto de un fragmento del capítulo XVI de La Regenta de Leopoldo Alas, Clarín.


«Con Octubre muere en Vetusta el buen tiempo. Al mediar Noviembre suele lucir el sol una semana, pero como si fuera ya otro sol, que tiene prisa y hace sus visitas de despedida preocupado con los preparativos del viaje del invierno. Puede decirse que es una ironía de buen tiempo lo que se llama el veranillo de San Martín. Los vetustenses no se fían de aquellos halagos de luz y calor y se abrigan y buscan su manera peculiar de pasar la vida a nado durante la estación odiosa que se prolonga hasta fines de Abril próximamente. Son anfibios que se preparan a vivir debajo de agua la temporada que su destino les condena a este elemento. Unos protestan todos los años haciéndose de nuevas y diciendo: «¡Pero ve usted qué tiempo!» Otros, más filósofos, se consuelan pensando que a las muchas lluvias se debe la fertilidad y hermosura del suelo. «O el cielo o el suelo, todo no puede ser».
Ana Ozores no era de los que se resignaban. Todos los años, al oír las campanas doblar tristemente el día de los Santos, por la tarde, sentía una angustia nerviosa que encontraba pábulo en los objetos exteriores, y sobre todo en la perspectiva ideal de un invierno, de otro invierno húmedo, monótono, interminable, que empezaba con el clamor de aquellos bronces.
Aquel año la tristeza había aparecido a la hora de siempre.
Estaba Ana sola en el comedor. Sobre la mesa quedaban la cafetera de estaño, la taza y la copa en que había tomado café y anís don Víctor, que ya estaba en el Casino jugando al ajedrez. Sobre el platillo de la taza yacía medio puro apagado, cuya ceniza formaba repugnante amasijo impregnado del café frío derramado. Todo esto miraba la Regenta con pena, como si fuesen ruinas de un mundo. La insignificancia de aquellos objetos que contemplaba le partía el alma; se le figuraba que eran símbolo del universo, que era así, ceniza, frialdad, un cigarro abandonado a la mitad por el hastío del fumador. Además, pensaba en el marido incapaz de fumar un puro entero y de querer por entero a una mujer. Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.
Todas estas locuras las pensaba, sin querer, con mucha formalidad. Las campanas comenzaron a sonar con la terrible promesa de no callarse en toda la tarde ni en toda la noche. Ana se estremeció. Aquellos martillazos estaban destinados a ella; aquella maldad impune, irresponsable, mecánica del bronce repercutiendo con tenacidad irritante, sin por qué ni para qué, sólo por la razón universal de molestar, creíala descargada sobre su cabeza[…]
[…] Se asomó al balcón. Por la plaza pasaba todo el vecindario de la Encimada camino del cementerio, que estaba hacia el Oeste, más allá del Espolón sobre un cerro. Llevaban los vetustenses los trajes de cristianar; criadas, nodrizas, soldados y enjambres de chiquillos eran la mayoría de los transeúntes; hablaban a gritos, gesticulaban alegres; de fijo no pensaban en los muertos. Niños y mujeres del pueblo pasaban también, cargados de coronas fúnebres baratas, de cirios flacos y otros adornos de sepultura. De vez en cuando un lacayo de librea, un mozo de cordel atravesaban la plaza abrumados por el peso de colosal corona de siemprevivas, de blandones como columnas, y catafalcos portátiles. Era el luto oficial de los ricos que sin ánimo o tiempo para visitar a sus muertos les mandaban aquella especie de besa-la-mano. Las personas decentes no llegaban al cementerio; las señoritas emperifolladas no tenían valor para entrar allí y se quedaban en el Espolón paseando, luciendo los trapos y dejándose ver, como los demás días del año. Tampoco se acordaban de los difuntos; pero lo disimulaban; los trajes eran obscuros, las conversaciones menos estrepitosas que de costumbre, el gesto algo más compuesto... Se paseaba en el Espolón como se está en una visita de duelo en los momentos en que no está delante ningún pariente cercano del difunto. Reinaba una especie de discreta alegría contenida[…]

1.         ESTRUCTURA.

1.1.       Externa. Fragmento en prosa de La Regenta, obra de Leopoldo Alas, Clarín. El discurso que predomina es el descriptivo y el narrativo -55 Se asomó al balcón... Sobre todo el primero. Se describe cómo reaccionan los vetustenses ante la llegada del invierno, el estado anímico de Ana Ozores la tarde del Día de Todos los Santos, la forma de venerar los vecinos a sus muertos, etc.

1.2.      Interna.
1/18: Descripción del tiempo en Vetusta durante el Otoño y descripción de cómo sus habitantes viven el cambio de estación.
19/54 Inclusión de la protagonista dentro del bando de los no resignados ante la llegada del Invierno, que para Ana comenzaba el día de Todos los Santos. Descripción del estado de ánimo de la protagonista esa tarde.
55/82: Descripción del trato dispensado a los muertos según la clase social de la ciudad. 

2.         TEMA.

Descripción del estado de soledad y tristeza de la Regenta la tarde del día de Todos los Santos y descripción del comportamiento de los vetustenses en la visita al cementerio.
3.         RESUMEN.
Descripción del tiempo otoñal en la ciudad de Vetusta y de cuál es la actitud de sus habitantes ante esta estación. Entre los que no aceptaban la llegada del otoño estaba Ana Ozores. Para ella la temporada invernal comenzaba el día de Todos los Santos por la tarde cuando oía doblar las campanas. Esa tarde, Ana, sentada a la mesa, contempla el servicio de café y el puro apagado a medias de fumar de su marido, don Víctor, que se había ido a jugar al casino, y los compara con la insolidez del universo. Y ella misma, al reflexionar sobre su vida  y sobre la relación con su marido, se considera desgraciada e insignificante. El monótono concierto de campanas se convierte en un tormento. Ana se asoma a la calle y contempla el desfile de todos los vetustenses camino del cementerio. Observando las distintas clases sociales que pululan -criadas, nodrizas, soldados, mujeres de pueblo y chiquillos por una parte; y por otra, los lacayos representantes de clases sociales altas y otras personas decentes, como las señoritas- llega a la conclusión de que ninguno se preocupa de los muertos.
4. CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA REALISTA PRESENTES EN ESTE TEXTO.
Estas son algunas de ellas. La novela realista se convierte en muchas ocasiones en una novela psicológica que analiza meticulosamente las vivencias y la forma de ser de sus protagonistas. Uno de los procedimientos más utilizado a este fin es el estilo indirecto libre[1], para reproducir las ideas de un personaje: “Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro” 43, 42 Y 44.
Punto de vista narrativo propio del autor omnisciente: conoce hasta los secretos más profundos de sus personajes: sabe lo que han hecho y anticipa el futuro, propia de una actitud demiurga.
Aunque la novela se centra en el análisis psicológico de los personajes, la ciudad de Oviedo, con el retrato de sus costumbres, tiene cierto protagonismo. Casi todos los escritores realistas escriben sobre su ciudad natal. Por otra parte podemos señalar la observación rigurosa de la realidad circundante: costumbres de los vetustenses.
La novela recoge hechos contemporáneos al autor.
La protagonista es problemática: Ana Ozores es una mujer con muchos conflictos interiores a consecuencia de un matrimonio no muy afortunado.

5. FIGURAS LITERARIAS.
FIGURA LITERARIA
LÍNEAS
EJEMPLOS
INTERPRETACIÓN
Asíndeton
24
invierno húmedo, monótono, interminable
Serie de adjetivos valorativos del invierno que al no colocar la conjunción y entre el penúltimo y último término, parece que no va a acabar, al igual que el invierno.
Polisíndeton
7/9
Los vetustenses no se fían de aquellos de aquellos halagos de la luz y calor y se abrigan y buscan…

Para expresar la desconfianza del pequeño veranillo, ante las precauciones que se toman los habitantes se marca con una Y, como si todas ellas fueran pocas
Anadiplosis
23/24
perspectiva ideal de un invierno, de otro invierno
Esta figura consiste en la repetición de la última parte de un grupo sintáctico o de un verso, al comienzo del siguiente.
Presencia omnímoda del odioso invierno.
Personificación
3/4
 como si fuera otro sol que tiene prisa y hace sus visitas de despedida... 
Se tribuyen cualidades humanas a seres inanimados. La prisa de los vetustenses es similar a la del sol.
25/26
Clamor de aquellos bronces
Metonimia
25/26
Clamor de aquellos bronces
Se refiere a las campanas; se utiliza el material del que están fabricadas para referirse a ellas.
Metáfora
9/10
Buscan su manera peculiar de pasar la vida a nado durante la estación odiosa
T.I. vida a nado= T.R la lluvia
11
Son anfibios que se preparan a vivir debajo el agua
T.I. anfibios  = T.R. Vetustenses
Símil
36
Todo esto miraba la Regenta con pena, como si fuesen ruinas de un mundo,
Es una figura utilizada en la descripción. Con ellas el autor hece referencias a cualidades muy sutiles que difícilmente se lograría con otros recursos del lenguaje.
43, 42 y 44.
Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.
79
Se paseaba en el espolón como se está en una visita de duelo en los momentos que no está delante ningún pariente cercano del difunto
Enumeración
73/74
Se quedaban en el Espolón paseando, luciendo los trapos y dejándose ver…
Propia de la descripción. Se trata de una serie de acciones del comportamiento de las chicas decentes el día de Tolos los Santos.
Símbolo
43, 42 y 44.
Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.
La vida de la Regenta era como ese puro.

6. CONCLUSIONES.

Texto perteneciente a la Regenta, tal vez la mejor novela del Realismo, y una de las mejores de la literatura española. En este texto se puede apreciar algunas de las características del género narrativo en el siglo XIX: Punto de vista narrativo omnisciente; uso del estilo indirecto libre, ambientación y descripción minuciosa tanto del espacio narrativo -Vetusta- como creación de perfiles psicológicos muy precisos de los personajes, que suelen ser conflictivos -una mujer joven casada con un hombre caduco en una ciudad de provincias.

7. OPINION PERSONAL.
Es un texto precioso. En pocas líneas y con una maestría admirable, Clarín mediante la contemplación que nos ofrece de la mesa con la vajilla, nos detalla la relación de la Regenta con su marido. También es de apreciar la descripción que nos hace del estado de ánimo de los vetustenses al visitar a sus muertos.




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Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 

 



[1] Estilo indirecto libre: reproduce pensamientos o dichos propios o ajenos. La oración reproductora posee (como en el estilo directo) independencia tonal y sintáctica. Suele ir detrás de dos puntos en la escritura. No hay verbo introductor (con lo que se diferencia del estilo indirecto y del directo: él siguió obstinado: no había visto a nadie.

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