Rima LXI / Gustavo Adolfo Bécquer.

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidrie[1]
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?

Estructura externa.
Se trata de un poema formado por seis coplas; por tanto los versos se agrupan de cuatro en cuatro. Miden ocho sílabas, octosílabos de arte menor, excepto el último verso de cada estrofa que es un hexasílabo. La rima es asonante en los pares quedando libres los impares. El ritmo es trocaico al caer el acento estrófico en sílaba impar.
Encontramos un encabalgamiento suave en los versos 9 y 19: “Cuando la muerte vidrie de mis ojos el cristal”.
Estructura interna.
Podemos dividir el poema en tres partes que corresponden a momentos diferentes relacionados con la muerte del poeta.
1ª parte, 1/8. El poeta se atormenta pensando quién estará con él en la agonía.
2ª parte, 9/16. Esa misma angustia se expresa al aventurar quién le cerrará los ojos y quién rezará por él.
3ª parte, 17/24 Se pregunta quién visitará su tumba y quién se acordará de él una vez ya fallecido.
Tema.
Angustia que siente el poeta al pensar si cuando muera estará solo y si alguien se acordará de él.
La rima pertenece al grupo de rimas que plantea temas existenciales: la muerte, la soledad…
Resumen.
El poeta reflexiona sobre su muerte, centrándose en si estará solo o habrá alguien a su lado. Así se pregunta  si en la agonía alguien le consolará y le prestará cariño. Cuando ya haya fallecido si alguien se encargará de su cuerpo, si habrá personas que, en definitiva, oren por él cuando doblen las campanas, visiten su tumba o simplemente se acuerden de que existió.

Figura
Verso
Cita
Explicación
Repetición
Última estrofa
¿Quién… quién?
Reduplicación del sujeto de la oración: ¿quién? Con la cual, para cerrar el poema, se expresa la angustia que siente al considerar la posibilidad de encontrarse solo en el momento de la muerte.
Hipérbaton y personificación
9 y 10
Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,

Se antepone el adyacente nominal al sustantivo.
Por otra parte, encontramos también personificación al atribuir a la muerte la acción de vidriar.
Anáforas
5, 9, 13, 17
Cuando la trémula…
Cuando la campana…
Se repite la misma palabra al comienzo de varias estrofas. Se consigue ritmo.
Paralelismo
9 y 13
Cuando la muerte vidrie…
Cuando la campana suene…
Además de anáfora, encontramos paralelismo porque se repite la misma estructura sintáctica. Se consigue ritmo.
4, 8, 12…
¿quién se sentará?
¿quién la estrechará?
La pregunta con la que se cierra cada una de las estrofas prácticamente tienen una estructura sintáctica muy parecida.
Epíetos
17
19
Pálidos restos
Olvidada fosa
Se resaltan características inherentes a los sustantivos que acrecientan la sensación de dolor y desamparo que sufre el poeta.
Personificación
17
Cuando la tierra oprima mis…
Se ha elegido un verbo que expresa una acción voluntaria en lugar de, por ejemplo, aplastar.
Preguntas retóricas
4,8,12…
¿quién se sentará?
¿quién la estrechará?
Son preguntas que no pueden ser contestadas por la incertidumbre que repara el futuro.
Epifonema
24
¿quién se acordará?
Pregunta, lo más frecuente es que sea una exclamación, con la que se cierra el texto y que resume en un solo enunciado la idea fundamental del texto. Aquí se expresa la angustia de saber si alguien estará a su lado en esos momentos o si de él se acordará alguien.


No hay figuras literarias de tipo semántico. El lenguaje es sencillo, directo, sincero en esos momentos de angustia.



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Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 



[1] Vidriar: dar a las piezas de barro o loza un barniz que fundido al horno toma la transparencia y lustre del vidrio.

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